Edificios Neutros en el uso de Agua «Net Zero Water»
Por. Pedro Paredes Estapé
Tengo presente todavía un anuncio de televisión
que repetían continuamente cuando era pequeño. Se trataba de un niño
que aparecía en escena cada que alguien desperdiciaba el agua y llamaba a
la acción con un firme y contundente “¡Ciérrale!”. Estoy hablando de la
década de 1980. Desde entonces, el agua ha sido motivo de preocupación
para muchos de mi generación, y seguramente lo será de las futuras.
A
pesar de nuestras preocupaciones, el agua no deja de ser un recurso
renovable. Es la misma en nuestro planeta desde su conformación. A
través de un ciclo constante y continuo de evaporación y condensación,
ha moldeado cordilleras, definido continentes y ha estado presente en el
desarrollo de todas las formas de vida. Esto significa que hoy en día
podemos afirmar que estamos prácticamente tomando la misma agua que
alguna vez tomó un dinosaurio.
La cantidad de agua existente actualmente cubre más de 75 % de la superficie terrestre, y los elementos que la componen, el Oxígeno y el Hidrógeno,
se encuentran disponibles en altas cantidades en nuestro planeta. De
los 145 billones de metros cúbicos de agua, 72 % se evapotranspira y
regresa a la atmósfera, 21 % corre por los ríos o arroyos, y 7 %
restante se infiltra al subsuelo de forma natural recargando los mantos
acuíferos.
Entonces,
¿por qué la crisis de disponibilidad de agua? Porque el agua dulce,
apta para consumo humano, se encuentra concentrada principalmente en
glaciares o congelada en los polos. Una pequeña fracción, menos de 2 %
del agua dulce, se encuentra en depósitos subterráneos, algunos
alcanzables, otros no, y con pocas fuentes superficiales de agua
potable.
El problema se agudiza cuando 40 % del agua es desperdiciada durante el proceso de distribución en la ciudades de México, según
el Consejo Consultivo del Agua, y solo 48 % de las aguas residuales
generadas se trata antes de descargarla en cuencas (no se sabe si se
hace cumpliendo la normativa vigente).
Según
evaluaciones de la calidad del agua superficial, 23 % de ésta se
encuentra contaminada y, en Jalisco, 45 % presenta Coliformes Fecales en
concentraciones mayores a 10 mil (NMP/100 ml), cifras superados por las
aguas del Valle de México, con más de 70 %, mientras que el promedio
nacional es de 28 %.
Una
estrategia clave para la solución de este problema es atenderlo desde
el origen, desde los edificios donde mayormente se contamina al
utilizarla. Lo ideal sería tener edificios neutros en el uso de agua (o Net Zero Water), lo cual significa que en el edificio sólo se consume el agua que se capta o se trata (se produce) en sitio, logrando un equilibrio sostenible entre la disponibilidad y la demanda de agua.
Para lograr este objetivo, es necesario utilizar fuentes
alternativas de agua para satisfacer todas las necesidades del edificio y
tratar todas las aguas residuales descargadas en el lugar, haciendo un
plan de aprovechamiento.
Para el International Living Future Institute, el balance de agua neto cero es igual al total de agua demandada,
menos el agua de fuentes alternativas, como captaci.n pluvial, y el
agua que se devuelve a su fuente original, como la infiltración al
subsuelo.
Esta
solución suena lógica y natural, pero sigue habiendo poco impulso a
este tipo de edificaciones neutras en el uso del agua. Uno de los
principales límites es el legal, desde la Constitución Mexicana, que
establece que todos los municipios del país están obligados a
entregar agua potable, hasta la normativa para la calidad del agua
resultante del tratamiento, como la NOM-003-SEMARNAT-1997.
Suceden
dos fenómenos. Por un lado, se le da al Ayuntamiento la responsabilidad
de ser el único proveedor de agua potable y, por otro, se limita el uso
de agua tratada para el consumo humano. Esta cultura permea en
diferentes niveles del proceso de diseño, limitando la asequibilidad de
un edificio neutro en el uso de agua. Por el otro, está la fecha de
emisión de las principales normativas para el uso de agua tratada. Todas
son del siglo pasado y ninguna regula el uso de agua de lluvia, salvo el proyecto PROY-NMX-AA-168-SCFI-2012, diseñado para localidades donde los municipios no puedan entregar agua potable.
La
solución actual propuesta en los edificios sustentables, incluidos
aquellos en proceso de certificación, es tratar las aguas residuales
que se generan en sitio para reutilizarla en riego de áreas verdes (si
es que se tienen), y en mingitorios o tasas de baño exclusivamente. Se
pierde el potencial de potabilizarla y usarla también para lavamanos,
cocina o regadera. Algunos proyectos como Torre Glorieta, en la
Ciudad de México, llevan más allá este concepto y utilizan el agua
captada de lluvia. Luego de filtrarla y potabilizarla, la incorporan a
la cisterna general, evitando gastos adicionales en infraestructura
y reduciendo la demanda de agua potable del edificio
en más de 85 %.
¿Qué falta para llegar a Net Zero Water?
Los
proyectos que buscan un alto desempeño en el consumo de agua se
enfrentan a una preconcepción generalizada de que el agua tratada, una
vez potabilizada, no puede usarse dentro del edificio para otro fin que
no sea riego o sanitarios. Y no solo esto: la metodología de
cálculo exigida por las autoridades locales inhibe prácticas de ahorro
de agua. Un ejemplo es el Sistema Intermunicipal de los servicios de
Agua Potable y Alcantarillado (SIAPA), que estima la capacidad de
tratamiento de una planta en 80 % del gasto total del proyecto, y este a
su vez está ligado directamente a los criterios de diseño del
mismo organismo, que suele ser 1.6 veces más que un edificio con
certificación básica o hasta dos veces más que uno de alto desempeño.
Entonces, la planta de tratamiento de aguas residuales se suele
sobredimensionar en capacidad y, por tanto, en costo para cumplir con la
normativa.
Para atender la crisis de acceso al agua potable que se avecina, es indispensable actualizar las normativas para aprovechar al máximo el uso de agua tratada y fomentar la captación de agua de lluvia para el consumo humano. Estas actualizaciones deben venir junto con mejores sistemas para la potabilización, que están fundamentados en estudios de calidad asequibles y viables a nivel de laboratorio para asegurar la salud de las personas. Al final del día, la cuestión sigue vigente: ¿se trata solo de “cerrarle” o de hacer algo más?
Pedro Paredes Estapé es arquitecto por el ITESO y acreditado como LEED AP, desde 2009. Obtuvo el diploma en Arquitectura Bioclimática por la ESArq en 2011. Es acreditado como experto EDGE desde 2017. Profesor de Asignatura en el ITESO desde 2012. Se desempeña como socio y director Ejecutivo de Eosis, empresa de consultoría para certificación LEED, con más de 75 proyectos entre México y Latinoamérica.
Fuente: Revista Especificar